miércoles, 12 de enero de 2011

Precisión

Empezamos el tema nuevo hablando de mecanismos y engranajes , así que puestos a escribir algo sobre engranajes lo haremos sobre los aparatos con más engranajes del mundo: los relojes suizos. En especial del que dicen es el reloj más complicado del mundo  el calibre 89 de Patek Philippe.
El Calibre 89 posee un diámetro es de 9 centímetros, un espesor de 4, y un  peso de 1,1 kilos. En su seno guarda un tesoro de ingeniosidad y cientos de puentes, piñones, ruedas, resortes, rubíes y tornillos. ¡Hasta un total de 1.728 componentes!
El reloj en cuestión presenta las siguientes características. Da la hora de la salida del sol y el ocaso en Ginebra, el mes, estación del año, decenio, siglo y fase lunar, grandes y pequeñas alarmas a los que se suman cronógrafo, contadores, un calendario gregoriano, un mapa del cielo en la latitud de Ginebra o una indicación del día de Pascua por llegar que se presenta el 31 de diciembre a medianoche. Todas estas informaciones se leen gracias a dos cuadrantes, ocho discos indicadores y 24 agujas.

Patek Philippe justifica sobriamente este proyecto que vio la luz en 1989. La casa ha querido "realizar el reloj más complicado del mundo asociando todas las técnicas relojeras tradicionales y los conocimientos acumulados en un siglo y medio de trabajo".

Conocimientos que fue necesario reunir, puesto que ciertas complicaciones no habían sido jamás objeto de descripciones en las publicaciones del sector. De ahí la utilidad de las notas de trabajo personales y los dibujos del ingeniero Jean-Pierre Musy, empleado de Patek Philippe.

La manufactura ginebrina rehúsa divulgar la inversión global necesaria para que el Calibre 89 fuera posible. Pero, por otro lado, la empresa no ve inconveniente en comunicar otros temas como la duración del proyecto: 5 años para la investigación y el desarrollo, 4 años para la realización y 9 años de trabajo para 9 ingenieros y relojeros. Y todo ello sin ayuda informática, puesto que todos los diseños y bocetos fueron realizados sobre planos de papel en mesas de dibujo.
A lo largo de esta aventura, el trabajo manual fue crucial. Cada una de las 1728 piezas fue terminada a mano y luego añadida al reloj. Los maestros relojeros desmontaron y remontaron varias veces el Calibre 89 hasta asegurarse del funcionamiento irreprochable de cada una de sus funciones.
Pero el sueño sólo está al alcance de unos pocos privilegiados dado que, obviamente, el Calibre 89 y sus equivalentes no están dirigidos al gran público. Estos relojes están destinados a coleccionistas tan discretos como apasionados. De hecho, cuenta la leyenda que las cuatro versiones de este reloj mítico –en oro blanco, amarillo, rosa y platino– han estado en manos del mismo propietario, antes de ser dispersadas.

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